Cada una de las piezas creadas a mano nacen de mi memoria sensorial. Quieren reproducir, sin ser una copia, las formas amorfas, orgánicas de la naturaleza. Exploro formas y texturas a partir de pequeños gestos, utilizando mis manos como referencia de escala y como herramienta básica. El barro se transforma y reproduce, sin querer imitar, hongos, lìquenes, esponjas, corales, semillas, rocas, huesos …

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Las piezas, creadas en barro sin cocer, quieren dar un valor infinito a la materia y podrían volver a alimentar el ciclo natural sin alterar los ecosistemas. La escala de cada una, no supera el tamaño de la mano humana, con la finalidad de poder mantener la relación y conexión de escalas, y así, poder pensar desde el cuerpo la relación que establecemos como especie con otros seres vivos. En el proceso surgen diversas formas vivas e inertes que crean un micro paisaje.

Mi interés por lo efímero es el reflejo de mi curiosidad por lo intangible. Considero que mis piezas deben ser un ejercicio y no un fin en sí mismo, y deben ayudarme a comprender si podemos convivir «con», para aprender a co habitar como especies reproductivas de vida.


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